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Sin Segunda Túnica

Un Plan para las Familias de Parroquias Listas para la Misión en la Arquidiócesis de Detroit

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Preguntas Frecuentes

6 de febrero del 2025

Queridos Hermanos en Cristo,

Desde el momento en que Dios llamó a Abraham a dejar atrás su tierra natal y viajar a un lugar que Él le revelaría (Gn 12,1), el pueblo de Dios ha sido llamado a dejar atrás la seguridad de lo familiar y seguir a Dios hacia un futuro diseñado por Él. Este llamado resuena a lo largo de la historia de la salvación. Ya sea que este mensaje haya sido comunicado por la voz de un profeta, la visita de un ángel o por el Verbo Encarnado, el llamado ha permanecido igual: confiar y seguir. Jesús hizo eco de este llamado cuando comisionó a los doce apóstoles instruyéndoles que no se sobrecargaran con una “segunda túnica”:

“Al ir proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron; denlo gratis. No se procuren ustedes oro, ni plata, ni cobre en sus bolsillos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón” (Mt 10,7-10).

A lo largo de la historia, la Iglesia ha respondido continuamente a los cambios sociales con audacia y fidelidad apostólicas, dejando atrás la “segunda túnica” —cualquier cosa que no sirviera directamente a la misión— y al adaptar sus métodos sin comprometer su mensaje que esta más allá del tiempo. Como Abraham, somos personas de fe, llamadas a avanzar, guiadas por la gracia de Dios, hacia la “nueva tierra” de la misión y evangelización.

Una lectura con discernimiento de la historia de la salvación revela dos épocas significativas: la era apostólica y la era de la cristiandad.

La Era Apostólica

 Desde la mismísima fundación en la misión de los apóstoles, la Iglesia se arraigó tanto en la vida del pueblo de Israel como en una cultura dominada por los romanos y sus dioses paganos.

Durante sus primeros siglos, la Iglesia tenía estructuras formales mínimas, a menudo era perseguida y crecía principalmente a través del valiente testimonio de los fieles, especialmente de los mártires. Aunque se enfrentaba a la hostilidad externa, la Iglesia prosperó gracias a su enfoque en la misión, la intrepidez y la fidelidad a Cristo.

La Era de la Cristiandad

 Para el siglo IV, el cristianismo comenzó el camino hacia convertirse en una fuerza cultural dominante, dando forma a las normas sociales, a las instituciones y a la visión del mundo. Aunque no todas las personas acogieron profundamente la fe, las verdades cristianas estaban en camino de cimentar el orden social, permitiendo que la Iglesia creciera en influencia.

Una Nueva Era Apostólica
Hoy en día, nos enfrentamos a un panorama cultural que, en muchas formas, se parece más a la época apostólica que a la cristiandad. Como nos recuerda el papa Francisco:

“Sueño con una ‘opción misionera’ capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (Evangelii Gaudium).

Aunque nuestro tiempo es marcadamente diferente al de los primeros cristianos, compartimos con ellos esta importante realidad: nosotros también nos enfrentamos a la necesidad de adaptarnos creativamente con menos recursos financieros y humanos.

La vida parroquial en la arquidiócesis de Detroit ha cambiado rápidamente en las últimas décadas, con menos gente en las bancas de las iglesias, un número cada vez menor de sacerdotes y un exceso de edificios de iglesias antiguas sin los recursos financieros para cuidarlos adecuadamente. En respuesta a esta realidad, nuestras parroquias deben disminuir su huella física y, al mismo tiempo, ampliar su presencia espiritual. Estamos llamados a proclamar a Cristo crucificado, celebrar los sacramentos y servir como testigos del amor inagotable de Dios—tal como lo hicieron nuestros antepasados—con un enfoque y métodos renovados.

En 2020, aprovechando los frutos del Sínodo ’16, la arquidiócesis de Detroit inició este proceso de renovación y dejando atrás nuestra “segunda túnica”. Mediante el establecimiento de Familias de Parroquias, mejoramos nuestra capacidad para alinear nuestros recursos y energías, lo que permitió al clero y al personal laico compartir sus dones de manera más eficaz. Iniciamos una transición de un modelo enfocado en el mantenimiento de edificios antiguos y un número insostenible de liturgias a uno centrado en hacer llegar el Evangelio.

Este enfoque en la conversión misionera—y nuestra adopción de Familias de Parroquias—es una realidad viva, no una casilla en blanco para marcar y desechar. Al dar gracias a Dios por el progreso que hemos logrado, también nos mantenemos enfocados en lo que sigue en nuestro esfuerzo por renovar nuestras estructuras para que estén guiadas por el Espíritu y orientadas radicalmente hacia la misión para las generaciones venideras.

Familias de Parroquias Listas para la Misión

Para aclarar nuestras circunstancias actuales y los próximos pasos, el apéndice en esta nota pastoral ofrece datos claves que dan luz tanto a los desafíos a los que nos enfrentamos como a la necesidad urgente de seguir alineando nuestros recursos dentro del marco más amplio de las Familias de Parroquias. Nuestra atención para la renovación tiene dos aspectos: la salud de nuestros sacerdotes y de nuestras comunidades parroquiales, ambas son esenciales para garantizar que nuestros esfuerzos no solo estén en mantenimiento, sino que se centren plenamente en avanzar nuestra misión de proclamar el Evangelio y construir el Reino de Dios.

  • Sacerdotes prósperos:
    Mientras reflexionamos en renovación, estoy consciente de mi deber esencial de proporcionar atención pastoral a los sacerdotes de la arquidiócesis de Detroit. La verdadera renovación y el cumplimiento de la misión de la Iglesia son imposibles sin ellos. Nos acercamos a un tiempo en el que nuestra Iglesia local tendrá menos sacerdotes que parroquias, lo que supone una carga adicional para los sacerdotes que atienden a estas comunidades. Es esencial que nosotros —clero, religiosos y laicos— nos unamos y apoyemos para que nuestros sacerdotes se mantengan sanos y continúen prosperando para poder dirigir parroquias sanas y prósperas en cumplimiento de la misión de salvar almas, para la cual fueron ordenados.
  • Comunidades parroquiales prósperas:
    Al alinear nuestros recursos para la misión y cuidar de dar apoyo a nuestros sacerdotes en su ministerio, también continuaremos construyendo comunidades parroquiales que están totalmente vivas y creciendo, con un sentido claro de su misión de formar nuevos discípulos “llenos de gozo” de Jesucristo. Estas comunidades parroquiales dan prioridad a una cultura y vitalidad que atraiga a las personas que no están afiliadas, a los jóvenes y a los adultos jóvenes y que al mismo tiempo continúan equipando a los feligreses estables con el gozo del Evangelio. Están abiertas a nuevas expresiones de la vida parroquial, al discernir, cuando sea apropiado, que ha llegado el momento de priorizar la labor apostólica de la Iglesia —el ministerio de la parroquia en la comunidad— sobre los esfuerzos de mantener los edificios antiguos de la iglesia. Cuando los recursos están alineados correctamente, el personal y los fieles laicos están en mejores condiciones de satisfacer las múltiples necesidades de una comunidad parroquial en Palabra, Sacramento y Servicio.

Departamento de Renovación Parroquial

La tarea de renovación y alineación dentro de las Familias de Parroquias requiere discernimiento, colaboración y un liderazgo valiente. Para ayudar en esta importante labor, la arquidiócesis de Detroit ha establecido el Departamento de Renovación Parroquial para guiarnos durante esta temporada de cambio con claridad y propósito, siempre bajo la guía del Espíritu Santo. El Departamento de Renovación Parroquial servirá como un recurso dedicado a apoyar a nuestras parroquias y Familias de Parroquias para que mantengan sus estructuras alineadas con la misión.

También escuchamos “al Espíritu Santo decir a nuestra Iglesia local por medio del Sínodo 16 que las Escuelas Católicas son un apostolado que es responsabilidad de todas las parroquias y de todos los fieles de Cristo. Esta convicción necesita ser un principio fundamental para la renovación de este ministerio” (Haz Llegar el Evangelio, 3.3C). Las escuelas son un centro de discipulado, por lo que la forma en que cada Familia de Parroquias sirve a sus comunidades escolares es un componente esencial de la planificación.

Este departamento misionero se centrará en cuatro áreas clave: comunicación, facilitación, acompañamiento e implementación de la visión para alinear la misión.

  • Comunicación
    Para que las Familias de Parroquias estén preparadas para la misión, deben definir eficazmente sus desafíos y discernir devotamente cómo afrontarlos de manera colaborativa. El Departamento de Renovación Parroquial será una oficina de escucha, que garantizará la transparencia ayudando a dirigir todas las comunicaciones entre el personal de la arquidiócesis y las Familias de Parroquias relacionadas con este esfuerzo de renovación. Estas comunicaciones abordarán la necesidad del proceso de alineación de la misión, proporcionarán métricas claras y un cronograma, haciendo uso de materiales impresos, recursos digitales y consultas en el lugar.
  • Facilitación
    El Departamento de Renovación Parroquial trabajará en estrecha colaboración con el clero, el personal pastoral, los Consejos Pastorales Familiares y los Equipos de Finanzas Familiares para implementar nuestros esfuerzos misioneros de realineación. Las conversaciones con los líderes parroquiales se basarán en un discernimiento honesto y guiado por el espíritu sobre un futuro con menos sacerdotes y, a menudo, menos personas. La facilitación de esta conversación y discernimiento incluirá consultas individuales, sesiones grupales y conversaciones colaborativas adaptadas a las necesidades únicas de cada Familia de Parroquias.
  • Acompañamiento
    Entendiendo que el cambio a menudo presenta desafíos, el Departamento de Renovación Parroquial dirigirá los esfuerzos de la arquidiócesis para acompañar a nuestro clero y fieles a lo largo de este viaje. El equipo permanecerá atento al impacto emocional y espiritual de estas transiciones, incluyendo cualquier fusión de comunidades parroquiales o cierre de edificios de iglesias, ofreciendo orientación y apoyo para ayudar a las comunidades parroquiales a llevar su aflicción, comenzar a sanar y aprovechar esta oportunidad para hacer que la presencia de Dios sea más visible y activa entre ellos.
  • Implementación
    La implementación se llevará a cabo con gran cuidado, asegurando que todos los pasos se hayan comunicado y facilitado detalladamente. El objetivo es crear un entorno en el que estos cambios puedan arraigarse efectivamente, fomentando el crecimiento en la fe y la misión. El equipo estará atento a la necesidad urgente de cambio dentro de nuestra alineación actual y el número de parroquias y clérigos. El Departamento de Renovación Parroquial se mantendrá firme en su compromiso de guiar y apoyar a las comunidades parroquiales y a las Familias de Parroquias durante este proceso.

Cronograma para la Alineación de la Misión

Basándose en las experiencias de otras diócesis que han pasado por transformaciones similares, el Departamento de Renovación Parroquial llevará a cabo este trabajo región por región en los próximos años. Esta línea de tiempo estimada permite un proceso reflexivo y colaborativo:

  • Región Central: de marzo a junio de 2025 (un cronograma más corto que el de las otras regiones debido a los esfuerzos que ya están en marcha)
  • Región Sur: de julio a diciembre de 2025
  • Región Noroeste: de enero a junio de 2026
  • Región Noreste: de abril a septiembre de 2026

El modelo de Familias de Parroquias seguirá sirviendo como estructura para esta alineación. Según nuestros datos y proyecciones actuales, es necesaria una reducción de la huella de las parroquias, al tiempo que cada Familia de Parroquias, con la ayuda del Departamento de Renovación Parroquial, discierne la mejor manera de aprovechar sus recursos para la misión en el futuro. También es posible que algunos grupos de Familias y asignaciones de clérigos cambien como resultado del proceso “listos para la misión”. Aunque muchos de estos cambios se producirán de forma orgánica, todos requerirán discernimiento, liderazgo y la sabia audacia que solo el Espíritu Santo puede proporcionar.

En el corazón de nuestros esfuerzos actuales se encuentra la convicción fundacional del Sínodo ’16: La arquidiócesis de Detroit “está resuelta a obedecer al Espíritu Santo y ser convertida por él en una banda de alegres discípulos misioneros” (Haz Llegar el Evangelio, 2). El papa Francisco nos desafía a adoptar una “conversión misionera”, un cambio en nuestra cultura, de tal manera que cada persona en todo nivel de la Iglesia, por medio de un encuentro personal con Jesucristo, abrace su identidad como hijo del Señor, y en el poder del Espíritu Santo, sea formado y enviado como un alegre discípulo misionero” (Haz Llegar el Evangelio, 2).

Avanzando con Esperanza

A medida que avanzamos en este proceso, sacamos fuerza de la certeza de que Dios está con nosotros. Esta labor no es meramente organizativa, también profundamente espiritual: una oportunidad para renovar nuestra confianza en el Espíritu Santo, tal como los apóstoles lo experimentaron en Pentecostés, cuando los Doce se llenaron del fuego y valor del Espíritu Santo para salir de la habitación superior y compartir la Buena Nueva. Juntos, acojamos este momento como un tiempo para crecer en la fe, esperanza y amor, confiando en que Dios nos guía hacia un futuro lleno de promesa y gracia. Aunque algunas de las apariencias externas de la vida parroquial evolucionarán—como lo han hecho a lo largo de la historia de la Iglesia—los elementos esenciales de la vida parroquial permanecerán siendo los mismos. Continuaremos ofreciendo el Santo Sacrificio de la Misa, celebrando los Sacramentos de  Sanación e Iniciación, alimentando nuestro llamado compartido a la santidad—especialmente apoyando las vocaciones al sacerdocio, la vida consagrada y el matrimonio—ayudando a nuestros hijos en las escuelas católicas y en la educación religiosa a prosperar y conocer a Jesús, involucrándonos con  los más necesitados y fomentando una comunidad amorosa arraigada en la fe que alguna vez sostuvo a nuestros antepasados y ahora nos sostiene a nosotros.

En palabras del papa Francisco durante su visita pastoral a Asís en 2013: “No estamos aislados, no caminamos solos, sino que somos parte del único rebaño de Cristo que camina junto”.

A nuestros sacerdotes: Conmigo, ustedes son pastores a los que se les ha confiado una misión santa y noble. Como los apóstoles, han sido llamados a proclamar el Evangelio con valentía, no confiando en los recursos terrenales, sino en el poder del Espíritu Santo. Necesitamos renovar nuestro apoyo mutuo y sacar fuerza de la fraternidad que compartimos en el sacerdocio. Tengan la seguridad de que el Señor camina con ustedes y les proporcionará todo lo que necesiten para cumplir su misión. Esta labor que hoy comparto con ustedes traerá sus propios desafíos, pero confío en que la gracia que cada uno de nosotros recibió en nuestra ordenación, nuestra participación en ese mismo Espíritu que descendió sobre los apóstoles en Pentecostés, nos sostendrá en los próximos meses. Apoyémonos en esa gracia, busquemos la intercesión, el consuelo y la protección de Nuestra Santísima Madre, Reina de los Apóstoles, y no olvidemos nuestros lazos fraternos mientras nos apoyamos mutuamente en lo que nos espera. Como dijo el Maestro: “En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

A los fieles de la arquidiócesis: Juntos, formamos el cuerpo de Cristo, estamos motivados por el Espíritu y hemos sido enviados a proclamar su amor al mundo. Nuestro llamado es claro: Debemos confiar en la providencia de Dios, permanecer firmes en la oración y aprovechar las oportunidades para compartir la Buena Nueva del mensaje y la misión de Cristo de maneras nuevas y vigorosas.

Encarnemos la resiliencia capturada en el lema de Detroit: Speramus Meliora; Resurget Cineribus, “Esperamos cosas mejores; resucitará de las cenizas”. Somos un pueblo de esperanza, guiados por el Espíritu que renueva todas las cosas. El Espíritu Santo nos ha sido enviado por el Padre y el Hijo para guiarnos y sostenernos. Confiamos en que nos guiará, como lo ha hecho a lo largo de la historia de la salvación, hacia el futuro fructífero que Dios ha preparado para Su Iglesia.

Avancemos juntos, con valentía y fe, hacia esta nueva era apostólica. Cristo ha resucitado. Él está con nosotros. No tenemos nada que temer.

 Sinceramente suyo en Cristo,

Arzobispo Allen H. Vigneron

Preguntas Frecuentes

¿Qué está pasando? 
En 2020, a partir de los frutos del Sínodo 16, la arquidiócesis de Detroit inició un proceso continuo de renovación mediante el establecimiento de Familias de Parroquias. Con esta nota pastoral, el arzobispo Vigneron hace un llamado a todas las comunidades parroquiales para adaptarse al marco de Familias de Parroquias y trabajar con la arquidiócesis de Detroit para crear “Parroquias listas para la misión”. Cada Familia de Parroquias participará en un proceso colaborativo para revisar cuidadosa y honestamente sus recursos existentes y discernir juntos su uso más eficaz. Para algunas Familias, este proceso puede resultar en fusiones, reorganización o cierres. Para todas las Familias, este proceso permitirá que sus comunidades estén mejor preparadas para hacer llegar el Evangelio a las generaciones venideras.
¿Por qué hacemos esto ahora?
Este no es el comienzo de un proceso nuevo, sino la continuación de la renovación que comenzó con nuestra transición a Familias de Parroquias en 2020. Las razones por las que adoptamos Familias de Parroquias siguen siendo válidas hoy en día: menos sacerdotes para atender nuestras parroquias, disminución de la asistencia a misa y un exceso de edificios de iglesias que van deteriorándose y requieren más recursos financieros de los que no tenemos. El apéndice en esta nota pastoral ofrece datos claves que dan luz tanto a los desafíos a los que nos enfrentamos como a la necesidad urgente de seguir alineando nuestros recursos dentro del marco más amplio de las Familias de Parroquias.
Ya no podemos permitirnos el lujo de ignorar esta realidad y buscar soluciones temporales es un mal servicio para las almas que están a nuestro cuidado. Solo a través de un proceso de discernimiento intencional, reflexivo y colaborativo podemos garantizar la salud a largo plazo de nuestro clero y parroquias, al equiparlos mejor para proclamar el Evangelio y construir el reino de Dios para generaciones venideras.
¿Qué es una “parroquia lista para la misión”?
Las parroquias listas para la misión cuentan con abundantes recursos financieros y humanos para llevar a cabo la misión que Dios les ha encomendado de salvar almas. Están dirigidas por equipos de sacerdotes que gozan de buena salud y prosperan —espiritual, emocional y físicamente— y están preparados para llevar a cabo la misión para la que fueron ordenados. Estas comunidades parroquiales están plenamente vivas y en crecimiento, con un sentido claro de misión para formar discípulos gozosos. Dan prioridad a una cultura que es vibrante y atraen a los que no están afiliados, a los jóvenes, a los adultos jóvenes y a los que se encuentran marginados, mientras continúan equipando a los feligreses actuales con el gozo del Evangelio. Se centran en la labor apostólica de la Iglesia —en Palabra, Sacramento y Servicio— por encima de los esfuerzos para mantener edificios de iglesia que van envejeciendo.
¿Cómo funcionará este proceso? 
Los miembros del equipo del nuevo Departamento de Renovación Parroquial de la arquidiócesis se reunirán con el clero, los Consejos Pastorales Familiares, los Equipos de Finanzas Familiares y el personal de Misión Directa y Apoyo a la Misión de cada Familia de Parroquias para conversar sobre su situación particular y examinar los datos cuantitativos y cualitativos de cada parroquia. A través de un proceso de discernimiento reflexivo, cuidadoso y devoto (facilitado por el Departamento de Renovación Parroquial y guiado por las métricas establecidas por la arquidiócesis), los líderes de la Familia de Parroquias discernirán junto con el personal de Renovación Parroquial el mejor camino a seguir para sus comunidades.
Una vez que un equipo de sacerdotes haya llegado a una recomendación o conjunto de recomendaciones, estas serán presentadas al arzobispo Vigneron para su revisión.
Si la recomendación implica la fusión de comunidades parroquiales o el cierre de edificios de iglesias o lugares de culto, el arzobispo Vigneron consultará con el Consejo Presbiteral antes de tomar una decisión final.
Es importante destacar que nuestro trabajo colectivo se llevará a cabo devotamente, de acuerdo con la guía del arzobispo Vigneron en Haz Llegar el Evangelio: “La oración y la intercesión son componentes indispensables para la nueva evangelización, ya que Dios Espíritu Santo es el agente principal para hacer llegar el Evangelio. La oración es la manera en que tenemos acceso al poder divino ilimitado del Espíritu Santo, nuestro Defensor. La razón principal por la que el Sínodo 16 fue en sí mismo una experiencia de un derramamiento nuevo del Espíritu Santo fue que fue precedida por un año entero de oración” (Guía10).
¿Cuál es el marco de tiempo para este proceso?  
Este esfuerzo se llevará a cabo durante un período de dos años, moviéndose de una región a otra en toda la arquidiócesis de Detroit.
  • Región Central:  de marzo a junio de 2025
  • Región Sur:  de julio a diciembre de 2025
  • Región Noroeste:  de enero a junio de 2026
  • Región Noreste:  de abril a septiembre de 2026
El trabajo preliminar en la Región Central comenzó desde el verano de 2024.
La Región Central está compuesta por las ciudades de Detroit, Hamtramck y Highland Park. La Región Sur está compuesta por el condado de Wayne, al oeste de la ciudad de Detroit y el condado de Monroe. La Región Noroeste está compuesta por los condados de Oakland y Lapeer. La Región Noreste está compuesta por los condados de Macomb y St. Clair y las comunidades de Grosse Pointe.
¿Cerrarán mi parroquia o iglesia? 
En este momento, no sabemos qué (o cuántas) comunidades parroquiales o iglesias cerrarán. Sabemos que ya no podemos ignorar las realidades de la disminución de la asistencia a misa, la disminución de sacerdotes para atender a nuestras comunidades parroquiales y el exceso de iglesias envejeciendo que requieren más recursos financieros de los que tenemos disponibles. Anticipamos que, en toda la arquidiócesis, la disminución de nuestra huella física proporcionará a las Familias de Parroquias los recursos necesarios para expandir nuestra presencia espiritual, pero aún se está por determinar cómo se verá esto dentro de cada Familia de Parroquias. En el centro de este proceso está nuestro compromiso de garantizar la salud de nuestros sacerdotes y la salud de nuestras comunidades parroquiales.
¿Cómo se tomarán las decisiones? 
Gran parte del discernimiento y la toma de decisiones se basarán en un estudio exhaustivo de los datos específicos de cada parroquia, incluyendo, entre otros: la demografía de la parroquia, la edad/disponibilidad del clero, la salud/edad de los edificios, etc. El personal del Departamento de Renovación Parroquial guiará y ayudará al clero y a los líderes parroquiales a comparar estos datos a la luz de las métricas establecidas por la arquidiócesis de Detroit, que están basadas en procesos similares que han tenido lugar en otras arquidiócesis/diócesis e ilustrarán los recursos mínimos que necesita una Familia de Parroquias para orientarse radicalmente hacia el cumplimiento de la Gran Comisión. Estas conversaciones se llevarán a cabo en espíritu de oración, caridad y objetividad, con el objetivo de identificar un camino realista que garantice la centralidad de la misión para cada Familia de Parroquias.
¿Este proceso se basa únicamente en datos? 
No. Sin embargo, se sustenta en datos. Aunque los datos son importantes porque proporcionan una forma objetiva de examinar aspectos importantes de la vida parroquial, no cuentan ni pueden contar toda la historia. En su lugar, el Departamento de Renovación Parroquial, los sacerdotes, el personal y los voluntarios clave de cada Familia de Parroquias tendrán en cuenta las estadísticas financieras, sacramentales y demográficas, así como otras medidas cualitativas de la vida parroquial, al tiempo que disciernen cómo utilizar, cambiar o adaptar mejor sus limitados recursos.
¿Este proceso es un enfoque “de arriba abajo” o “de abajo arriba”?  
Ninguno de los dos. No es un enfoque “de arriba abajo”, en el que las decisiones son impuestas por la arquidiócesis de Detroit. Tampoco es exclusivamente “de abajo arriba”, en el que las parroquias pueden optar por evitar abordar los desafíos a los que nos enfrentamos en todo el sureste de Michigan. Se trata en cambio de un enfoque híbrido de colaboración y asociación que conducirá a resultados más sostenibles, realistas y exitosos para nuestras Familias de Parroquias y la arquidiócesis en conjunto.
Si se toma la decisión de cerrar una iglesia, ¿qué pasará después? 
Si una Familia de Parroquias determina que necesita fusionar comunidades parroquiales y/o cerrar un edificio de la iglesia, y si el arzobispo de Detroit acepta esa recomendación, el personal de la arquidiócesis trabajará con los sacerdotes asignados a esa Familia de Parroquias para desarrollar un cronograma para el cierre, asegurándose de que se lleve a cabo de una manera respetuosa con los feligreses, honrando la historia y el legado de la comunidad parroquial, así como siguiendo los procedimientos canónicos adecuados.
¿Cómo se involucrarán las escuelas católicas en este proceso? 
En el Sínodo 16, escuchamos que las escuelas católicas son “un apostolado que es responsabilidad de todas las parroquias y de todos los fieles de Cristo. Esta convicción necesita ser un principio fundamental para la renovación de este ministerio” (Haz Llegar el Evangelio, Paso para la Acción 3.3C).
Las escuelas son centros de discipulado y este proceso de planificación garantizará que cada Familia de Parroquias honre, respete y apoye las contribuciones vitales de nuestras escuelas católicas a la vida de nuestra Iglesia local.
¿Cómo estarán involucrados los sacerdotes en este proceso? 
Este proceso requiere el apoyo, la aportación y la participación del equipo de sacerdotes responsable de cada Familia de Parroquias. Aunque el trabajo será facilitado por el personal del Departamento de Renovación Parroquial, el equipo de sacerdotes es el que discernirá las decisiones finales sobre el mejor camino a seguir para sus comunidades, en consulta con el personal de la parroquia, los miembros de la comunidad y la arquidiócesis de Detroit. Cuando la ley de la Iglesia lo requiera, presentarán sus recomendaciones al arzobispo de Detroit para su revisión y discernimiento.
¿Cómo estará involucrado el personal parroquial en este proceso?
En Apostolicam actuositatem, el decreto sobre el apostolado de los laicos, promulgado por el Papa Pablo VI como parte del Concilio Vaticano II, el santo padre nos dice “acostúmbrense los laicos a trabajar en la parroquia íntimamente unidos a sus sacerdotes” y “ayudar según sus fuerzas a toda empresa apostólica y misionera de su familia eclesiástica”.
Nuestro proceso de planificación pastoral respetará el papel vital de los laicos y las contribuciones únicas del personal parroquial a la vida de sus comunidades y de nuestra Iglesia local. Aunque los sacerdotes asignados a cada Familia de Parroquias tienen la responsabilidad principal del cuidado de las almas, no pueden cumplir su misión sin el apoyo y la cooperación del personal laico y los voluntarios. Para tener éxito, este proceso de planificación pastoral requerirá la participación del personal de la parroquia, los voluntarios, el Consejo Pastoral de la Familia y el Equipo de Finanzas de la Familia.
¿Cómo se involucrará a los feligreses y laicos en este proceso? 
Los feligreses de cada parroquia tendrán la oportunidad de asistir a presentaciones de los datos y proporcionar retroalimentación sobre la información recibida. Muchos feligreses también actuarán como miembros de comités formados para ayudar a procesar los datos que informan el proceso de discernimiento de la parroquia. Se agradecerá cualquier recomendación para su consideración.
¿Ha considerado la arquidiócesis de Detroit invitar a más sacerdotes de órdenes religiosas y otras diócesis para hacer frente a la escasez de sacerdotes a nivel local?  
Desde la fundación de la diócesis de Detroit en 1833, los sacerdotes de órdenes religiosas y otras diócesis han hecho contribuciones significativas a la vida de nuestra Iglesia local, y tenemos todas las razones para esperar que continúen haciéndolo en el futuro. Actualmente, el 25 por ciento de todos los sacerdotes que sirven en la arquidiócesis de Detroit son de órdenes religiosas y otras diócesis de todo el mundo. Aunque tenemos la suerte de contar con muchos sacerdotes de todo el mundo que prestan sus servicios en el sureste de Michigan, es importante señalar que el número de sacerdotes de órdenes religiosas está disminuyendo a un ritmo más rápido que el de nuestros sacerdotes arquidiocesanos. Sus comunidades de origen tienen sus propias misiones y debemos respetar sus necesidades, especialmente en aquellas zonas del mundo donde el número de católicos por sacerdote es mucho mayor que aquí en la arquidiócesis de Detroit.
También es importante señalar que la escasez de sacerdotes es solo uno de los varios factores que motivan esta renovación, además de la disminución de la asistencia a misa y el exceso de edificios de iglesias que están envejeciendo que requieren cada vez más recursos financieros para su mantenimiento, ninguno de los cuales se resuelve invitando a más sacerdotes a la arquidiócesis de Detroit.
¿Puede la arquidiócesis de Detroit recaudar dinero para apoyar mejor a nuestras parroquias y escuelas?  
Así como nuestra realidad actual no puede resolverse totalmente invitando a más sacerdotes, tampoco puede resolverse únicamente con soluciones financieras. Disponer de suficientes recursos monetarios es importante —la Iglesia tiene gastos reales como cualquier otra organización, familia o persona—pero también tenemos recursos humanos que requieren nuestro cuidado. Debemos asegurarnos de que nuestros sacerdotes estén sanos y prosperen, de que nuestro personal laico y voluntarios estén bien equipados para sus funciones, de que nuestras parroquias sean vibrantes, se sientan vivas y sean acogedoras para los recién llegados, de que estemos atentos a las necesidades cambiantes de la población y necesidades demográficas de nuestras comunidades y de que nos centremos adecuadamente en nuestra misión, no en el mantenimiento. Un medio holístico para enfrentar nuestras realidades cambiantes es aquel que se centra en cada uno de estos aspectos, no solo en uno o dos.
¿Se ha llevado a cabo un proceso similar en otras diócesis? 
Sí. Al igual que nuestra transición inicial a Familias de Parroquias se basó en las lecciones aprendidas en diócesis que estaban experimentando procesos similares, nuestro proceso actual se basa en experiencias similares en arquidiócesis/diócesis como Baltimore, Chicago, Pittsburgh, Trenton y Seattle.
¿Cómo puedo ayudar?  
Como escribe el arzobispo Vigneron en Sin Segunda Túnica: Un Plan para las Familias de Parroquias Listas para la Misión en la Arquidiócesis de Detroit, debemos “confiar en la providencia de Dios, permanecer firmes en la oración y aprovechar las oportunidades para compartir la Buena Nueva del mensaje y la misión de Cristo de maneras nuevas y vigorosas”. Una forma de “permanecer firmes en la oración” es contactando a su sacerdote y ofrecerse como voluntario para formar parte del Equipo de Oración de Intercesión de su Familia Parroquial. Si permanecemos abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo y confiamos en que Dios será nuestra guía segura y constante en el futuro, como lo ha sido a lo largo de la historia de la salvación, estaremos bien preparados para llevar a cabo la misión a la que nos ha llamado.
¿Qué es una túnica y por qué no debería tener dos?
La túnica era una prenda sencilla compuesta por dos piezas rectangulares de tela cosidas entre sí en los hombros y los costados para formar una bata holgada, dejando espacios para la cabeza y los brazos. Llevar dos túnicas les garantizaría tener suficiente calor por la noche (depender de ellos mismos), pero Jesús quería que la segunda túnica se quedara en casa (depender de los demás). Este estilo apostólico de misión es a lo que el Espíritu Santo nos llama hoy. Debemos darnos cuenta de que algunos de los edificios parroquiales que utilizamos como base no siempre estarán disponibles para nosotros, por lo que la única manera de mantenernos en calor, la única manera de cumplir la misión, es salir y encontrarnos con la gente en edificios y lugares lejos de nuestra propia comodidad.